Mi interés por la psicología no es reciente. Lo que sí lo es es la decisión de matricularme en la UNED en el Grado en Psicología.
De mis primeros suspensos y aprobados en junio y septiembre de 2015 he sacado una conclusión importante: no voy a matricularme en más asignaturas de las que sea capaz de aprobar cada curso contando con lo limitado de mi tiempo disponible para ampliar formación. No tengo prisa y no quiero pagar el doble por cada matrícula suspendida. Llamadme rácano.
Antes de empezar en esto, ya sabía que la psicología es un “territorio en guerra” entre el cientifismo conductualista y el cognitivismo subjetivista. Aunque muchos defenderán que hay más facciones en juego, ésas son las dos principales tendencias que veo desde mi modesta apreciación. De algún modo, reproducen el eterno debate entre “los de ciencias” y “los de letras”, un jardín frondoso que ahora no quiero remover.
Mejorar en lo posible la calidad de mi trabajo en el aula ha sido básicamente la motivación que me lleva a profundizar en los conocimientos y métodos de la psicología. Aprovechar todo lo posible los avances en neurociencia, estudio de los procesos de aprendizaje, funcionamiento de la memoria y la atención… Tampoco renuncio a mejorar personalmente, pulir o equilibrar aspectos mejorables de mi conducta o personalidad. Prometo no someter a terapia a mis alumnos, aunque estoy convencido de que a TODOS nos vendría pero que muy bien un repaso terapéutico de vez en cuando.
En esta decisión también ha influido indudablemente la formación que estoy haciendo en la técnica Tomatis.