Lo que cuentan los violines

Artículo del Tagesspiegel online, 27.01.2015 de Marie Rövekamp, adaptado por Alvaro Soldevila

http://m.tagesspiegel.de/kultur/ausstellung-in-der-philharmonie-was-die-violinen-erzaehlen/11283170.html

Geigenbauer Amnon WeinsteinLo que cuentan los violines

A finales de enero de 2015 hubo una exposición en la sede de la Filarmónica de Berlín de violines salvados del Holocausto Nazi por el luthier israeli Amnon Weinstein, que cedía temporalmente parte de su colección para que sonaran en un concierto de la Filarmónica en memoria del exilio y los campos de la muerte.

Uno de los violines que ha restaurado Weinstein estaba muy deteriorado por la lluvia y la nieve. El hombre que se lo trajo no lo había tocado desde hacía años. Ni siquiera lo había vuelto a sacar de su estuche. Al aceptar el encargo en su taller de Tel Aviv, el desconocido le contó que la última vez que lo había tocado fue en Auschwitz, como miembro de una orquesta de hombres que tenía que acompañar con su música a sus compañeros de prisión a la muerte en las cámaras de gas.

Poco después de este encuentro, a finales de los 80, Weinstein inicia el proyecto de su vida: coleccionar y restaurar violines de la época del holocausto, en memoria de aquel drama.

Moshe, su padre, ya era luthier y después de la segunda guerra mundial recibía violines alemanes de miembros de la Orquesta de Palestina. Instrumentos de madera de alta calidad, pero que ya nadie quería tocar, “Si no los compras, los vamos a destruir”, le decían los músicos.

violinen2Durante años quiso olvidar el Holocausto

A los instrumentos mencionados pertenece también el violin Wagner que puede contemplarse actualmente en la Filarmónica como parte de la exposición “Violines de la esperanza”, una selección de instrumentos de la colección de Weinstein. El próximo martes, en el aniversario de la liberación de Auschwitz y en memoria del Holocausto, 15 de estos violines sonarán en un concierto con Simon Rattle, la Filarmónica de Berlín y su exdirector Guy Braunstein. “Cada uno de ellos representa a una persona”, comenta Weinstein.  “Y a seis millones de destinos”.

En sus 75 años de vida, el luthier ha intentado durante mucho tiempo reprimir los recuerdos del Holocausto. Con la excepción de sus padres, que consiguieron huir a tiempo a Palestina, casi todos sus parientes, casi 400, fueron asesinados en los campos de exterminio. Su padre nunca habló de este tenebroso capítulo de la historia, de su historia. Pero entonces, en 1992 entró en su taller Daniel Schmidt, un arquetero de Sajonia, y empezó a hacerle preguntas durante su trabajo: ¿Quiénes fueron en su día los dueños de estos instrumentos? ¿En qué lugares habían estado? ¿Cómo habían recibido este o aquel arañazo? A lo que Weinstein sólo encontraba la misma respuesta una y otra vez: “Estos violines han salvado la vida a personas”.

Encubrir los gritos de las cámaras de gas

El hombre de rizos grises y poderoso bigote baja despacio las escaleras de la Filarmónica. En el hall de la Sala de Música de Cámara está montándose la exposición en este momento, un equipo de televisión aguarda, la última cita de ese día. Weinstein se apoya en la barandilla, sube cada escalón apoyando los dos pies cada vez, ríe mucho, bromea. Su hijo coloca cuidadosamente uno de los violines en su estuche. Tiene una estrella de David en la cara posterior, incrustada delicadamente con pequeñas piedras de mosaico. Nadie conoce su procedencia, algunos de estos instrumentos sirvieron en su momento para encubrir con su música los gritos procedentes de las cámaras de gas. “Cuando los músicos de la orquesta de Auschwitz cerraban sus ojos y tocaban, podían soñar con lugares lejanos”, dice Weinstein. “Y pensar en tiempos mejores.”

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